jueves, 25 de febrero de 2010

TU DESPIERTAS CON EL CANTO

Cantos azules, Edwin Garcia Maldonado, Venezuela

Tú despiertas con el canto
entreverado
de los pájaros más subterráneos

En la otra tarde
las nubes huérfanas
dibujan espirales

MAURICIO FELLER

PARA QUE NO TE MUERAS

Ni te plus oculis meis amarem, Ian Francisco Soriano, México


Para que tú no te mueras
de lata/de plata/
de penas/de apenas/de ya

disfrazaré de mapa el calendario
de bandera los pañuelos
y de enigma la duda

Pero a tu piel
donde cosecho soles
le seguiré diciendo
piel/o canela/ o canela triste/
o canela en polvo
en polvo de estrellas

MAURICIO FELLER

TARDE O TEMPRANO

"Poeta Callejero", Alfonso Maggiolo, Chile

Tarde o temprano
llega el momento
surge la duda
y no queda claro
si uno escribe el poema
o el poema lo escribe a uno

MAURICIO FELLER

INTENTOS

(cuento)
Caminaba lánguida, a su ritmo, por las calles mojadas de febrero, por antiguos adoquines resbalosos… caminaba.

El parisino y frío viento parecía susurrarle, contarle de amares vividos, de romances conocidos, de espacios preferidos… no le incumbe. Las vías, confabuladas acarreaban presencias que resiste percibir.

El viento blanco lacerante en su rostro, en gélida nieve susurraba, vociferaba, aullaba por ser atendido.
     - Poco tiempo ha, murmuraba, cariñosos amores marcharon por estos lares, eras tú, ¿qué ocurrió? -

Ella apuró el paso para no escuchar.
     - Amorosos amantes paseaban por angostas callejuelas, largas escalas subían hasta la cima, bajaban dichosos, reían… ¿qué pasó? – insistía el viento.

Acomodó el gorro en las cerradas orejas y clausuró sus sentidos congelados, como la nieve que volaba… esfumado el amor en volutas, como el humo negro.

Inesperadamente llegó a su mente la expresión de él insistente 
     - … Sueño con pasear juntos por París -

La helada brisa no se apartaba, la acosaba, la perseguía por el Sena, por  Campos Elíseos, por Monmartre… por doquier, le recordó sus andanzas abrazados, las manos juntas…
     - ¿Qué ocurrió? – repetía

Se detuvo e intrépida lo enfrentó…
     - ¡ya no es más! y ansío olvidar precisamente en ese lugar!gritó.

Y el frío viento arrepentido en su impertinencia, cálido quiso rectificar, buscó paranoico y encontró… la condujo a un pequeño café y la indujo a un apuesto francés; era alto, interesante, de conversación amena, sin amarras de papel… en su soledad, impulsado por el viento la invitó…

No era lo que quería, tan sólo borrar su intenso pesar… y se alejó solitaria, anónima, por lugares en que rió y gozó hasta el éxtasis… con él.

Agradeció al blanco viento su intento… y sin saber, captó que al concurrir por esas vías, atestiguadas, una a una despuntaba encubiertas penas.

Registró lo ido, cerró el libro… y lo guardó en el baúl del olvido.