Quien toma un bolígrafo y una hoja de papel para dejar que su mundo y su mirada precipiten en caída libre, sabe perfectamente que en adelante ya nada será igual.
Salvarte del rocío y de la arena de la prosa y del domingo del calendario lleno de círculos de las planillas de cálculo
Salvarte del recuerdo y la canela de la certidumbre y sus organizaciones de los supernumerarios de cuneta de la tilapia y de la American
Salvarte del estruendo y del helecho de los mapas camineros de la hipertensión arterial y de los que no toman asiento hasta que lo haga el jefe
Salvarte de juntas y ceremonias de parientes con complejo de directores y de vendedores de AFP de las cuentas claras que conservan la amistad de la prudencia, las buenas costumbres y de sus gendarmes
Salvarte de la asepsia y del tedio de una fama intachable de los autos que no fallan de la puntualidad sin punta y de todas las respuestas que no están en el viento
Salvarte de los que no quieren que te salves por salvarse ellos primero Salvarte de los que quieren verte arder en la hoguera porque les encandila el brillo de tu absoluto amane-ser
Salvarte de los que prohibirían "La Dama y el Vagabundo" Salvarte del sentido común y de los indomables que sueñan con escaños y alfombras rojas pero que con un buen golpe en la mesa terminan como perritos mojados
Salvarte de la mala costumbre de tener buenas costumbres Salvarte con las uñas, con el páncreas Salvarte con la palabra y con el beso Salvarte con el deseo y con el verso
Salvarte de mí y salvarte de ti Pero sobre todas las cosas salvarte de salvarte
"fugitivos del miedo 12 "La cocuyera", Luis Domingo Rincón Benitez, Colombia Quiero que mi poesía sea una roca donde estalles olas amapolas azules y blancas que sea un horizonte abierto a buques maniceros de viejos inauditos
Quiero que sea el pescador, hortelano y jornalero que levanta casas para otros y mediaguas donde recostar su cansancio hambriento, miserable y solitario
Que sea una ventana verde sin barrotes, abierta a los catatónicos que se sientan cada tarde al regreso de la monotonía alienante del trabajo cotidiano. que sea un lugar donde despertar sueños hirsutos y ansias volubles
Que sea un partido de fútbol entre lisiados y locos con pelotas de trapo en la capilla sixtina donde los trece de la cena griten ¡gol! eufóricos sin fijarse en las tetas de Magdala
Que sean tus pezones enhiestos hiriendo la palma de mis manos con el polen de fecundidad de parras que prometen vino y curdas
Quiero que sean tus manos tejiendo futuros desde el hijo que salta a la calle cuando suena la campana escolar el silbato del medio día o estallen los primeros fuegos de artificio al dar el año nuevo
Quiero que sea el muro blanco donde se inscriba la libertad concreta, la bandera y la marcha con destino de pan igualitario que sea toda la vida de los guerreros que se entregaron por ti y nosotros construyendo mañanas y recuerdos pavimentando el camino donde caminaran mis hijos y los tuyos
Quiero que sea el ladrillos de nube para levantar escalas en muros que separan con odio ancestral y atávico a mi niño con el negro, el judío el islámico y los otros que son tan distintos y tan iguales a él
Quiero que sea la espina en la almohada del tirano, el general y e traidor que fabrica misiles, tanques y nueva bacterias para destruir pueblos que ocupan tierras llenas de riquezas que nunca se han explotado
Quiero que sea un camino cercado de abedules de cortezas blancas donde se cobijan los colibríes que son el alma de los guerreros muertos que entregaron su primer y último grito por proteger sus hijos, sus hembras y dioses
Quiero que mi poema sea todo aquello que tú quieras cuando llegue a tu orgasmo que salpica el alba y cubre las estrellas de esperanza (Jaime Franulic)