Salvarte del rocío y de la arena
de la prosa y del domingo
del calendario lleno de círculos
de las planillas de cálculo
Salvarte del recuerdo y la canela
de la certidumbre y sus organizaciones
de los supernumerarios de cuneta
de la tilapia y de la American
Salvarte del estruendo y del helecho
de los mapas camineros
de la hipertensión arterial
y de los que no toman asiento hasta que lo haga el jefe
Salvarte de juntas y ceremonias
de parientes con complejo de directores y de vendedores de AFP
de las cuentas claras que conservan la amistad
de la prudencia, las buenas costumbres y de sus gendarmes
Salvarte de la asepsia y del tedio de una fama intachable
de los autos que no fallan
de la puntualidad sin punta
y de todas las respuestas que no están en el viento
Salvarte de los que no quieren que te salves
por salvarse ellos primero
Salvarte de los que quieren verte arder en la hoguera
porque les encandila el brillo de tu absoluto amane-ser
Salvarte de los que prohibirían "La Dama y el Vagabundo"
Salvarte del sentido común
y de los indomables que sueñan con escaños y alfombras rojas
pero que con un buen golpe en la mesa terminan como perritos mojados
Salvarte de la mala costumbre de tener buenas costumbres
Salvarte con las uñas, con el páncreas
Salvarte con la palabra y con el beso
Salvarte con el deseo y con el verso
Salvarte de mí
y salvarte de ti
Pero sobre todas las cosas
salvarte de salvarte
Mauricio Feller
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